Lo simbólico, lo femenino y el misterio desarrollan esta ceremonia arcana cuya belleza invita a un espacio y tiempo de sublime extrañeza. De carácter surreal, esta obra es una poesía que habita en la tensión entre la oscuridad y la luz, entre lo bello y lo ominoso.

La siesta del carnero es una obra unipersonal desde la danza contemporánea, en una composición sostenida por la hibridación del lenguaje escénico. Se destaca la congruencia del diseño lumínico-sonoro-espacial con la precisión coreográfica e interpretativa de la bailarina. Esto deviene en narrativas mutantes que conjugan lo animal, lo monstruoso y lo humano en atmósferas surreales donde lo bello, lo siniestro, lo simbólico y el misterio se entrelazan. La pieza se distingue por la visión cinematográfica de la escena y la producción de imágenes, singulares, que generan experiencias liminales en la subjetividad de quienes observan.